La última novedad de OpenAi reaviva el debate de los creativos sobre la IA: ChatGPT ya no se limita al texto, ahora también genera imágenes con mayor precisión.
Hasta hace poco, OpenAi ofrecía la generación de imágenes exclusivamente por medio de DALL·E, mientras que ChatGPT solo entregaba respuestas en texto. Ahora, ambas tecnologías están integradas, permitiendo a los usuarios crear imágenes detalladas a partir de descripciones o editar fotos existentes con la ayuda de la IA.
Lo más sorprendente es la precisión alcanzada. El usuario puede solicitar una imagen con una estética o contexto en particular y podrá obtener el mejor resultado esperado. Los textos en imágenes son más legibles. Incluso si se le comparte una imagen prexistente con retratos de personas reales, el resultado mantendrá sus rasgos físicos.
A las pocas horas de anunciar esta novedad, las redes sociales se inundaron de miles de retratos generados con ChatGPT, en especial aquellas imágenes que emulaban el estilo de las películas de Estudios Ghibli y Hayao Miyazaki.
Esto causó nuevamente el disgusto de la comunidad de creativos. Algunos critican a los usuarios de estas IA por el uso deliberado de esta tecnología, otros se enfocan en la falta de claridad frente al uso de propiedad intelectual para su desarrollo.
En Derecho para Creativos no somos expertos en Inteligencia Artificial, pero poco a poco hemos aprendido sobre ella para hacer un seguimiento de los retos legales que trae, por eso hoy te presentamos un breve recuento de sus principales puntos de conflicto.

¿La IA vulnera derechos de los creadores cuando emula sus estilos?
Como lo hemos dicho en entradas anteriores: el estilo de un artista no es protegido como propiedad intelectual. Por esa razón, si deseas adoptar el estilo de dibujo de tu ilustrador favorito para crear tus propios dibujos, cómics o animaciones originales, no tendrías el riesgo de enfrentar alguna demanda.
A menos que, no solo adoptes su estilo a la hora de crear, sino que reproduzcas o transformes directamente la apariencia de sus personajes, historas, etc, elementos que sí son protegidos por las leyes de Propiedad Intelectual.
Entonces, si los humanos pueden replicar el estilo de Hayao Miyazaki para crear obras nuevas y originales sin vulnerar propiedad intelectual ajena ¿La IA también puede hacerlo?
En estos momentos es una duda que genera respuestas diversas. Pero básicamente podemos estar de acuerdo en que la IA no se “inspira” como lo hacemos nosotros los humanos. Su proceso no es creativo, lo suyo es un proceso matemático, porque sigue patrones y calcula probabilidades estadísticas para obtener resultados automatizados.
Cuando le pides a una IA que emule el estilo de Hayao Miyazaki, esta empieza a procesar la información que tiene sobre Estudio Ghibli y genera una imagen con las características predecibles de su estilo, siguiendo las indicaciones que le has dado.
Para lograrlo tuvo que ser entrenada con una gran cantidad de datos relacionados a las obras de Miyazaki. Esto implica un uso previo de las obras originales del artista en el proceso de desarrollo de la IA como herramienta, aunque no necesariamente el resultado sea considerado como una “obra derivada”, la pregunta es ¿este uso fue legal?
La propiedad intelectual y el entrenamiento de las IA
Las IA’s necesitan ser entrenadas para poder funcionar. En la primera etapa de su entrenamiento es necesario acceder y recopilar un volumen inmenso de datos que conforman datasets. Algunos de estos datos son propiedad intelectual como, audio, video, imágenes, texto, etc.
Entonces, si queremos que una IA como ChatGPT genere imágenes con el estilo de Studios Ghibli, primero será entrenada con datos de todas las películas, bocetos e ilustraciones de esta compañía, mientras más datos se obtengan mejor, de esa manera puede identificar a plenitud todos los elementos que hacen parte de este estilo. Así identifica patrones, lo convierte en números y probabilidades para poder generar imágenes nuevas.
En este punto es inevitable reconocer que hay un uso de las obras protegidas por el derecho de autor y conexos en su entrenamiento, que puede ser: una reproducción, puesta a disposición o incluso una transformación.
Es aquí donde los creativos deben prestar atención: algunos se enfocan en señalar que el uso de las IA pone en riesgo el rol del artista, algo que sin duda afecta derechos laborales. El otro problema serio es que, hasta el momento el entrenamiento de la IA necesita del acceso a obras protegidas por el derecho de autor, pero no depende exclusivamente de su licenciamiento.
Hay un principio indiscutible en materia de Propiedad Intelectual: si queremos darle uso a las obras ajenas, debemos pedir una autorización a su titular. Pero muchas compañías como OpenAi consideran que esto no aplica en el entrenamiento de la IA. Por eso no suelen solicitar licencias como parte de su check list, alegando que, en Estados Unidos se trata de un Uso Justo (Fair Use).
El Uso Justo, según las leyes de Estados Unidos, es una defensa legal que permite a ciertas personas o empresas utilizar obras de terceros sin necesidad de autorización previa. Para invocar este argumento, es necesario presentarse ante un juez, quien evaluará cada caso en particular y determinará si se cumplen ciertos criterios.
Entre ellos, se analiza si el uso implica un aporte creativo, como en el caso de una parodia de una canción popular con un mensaje político o una crítica de una película reciente. También se toma en cuenta la naturaleza de la obra, la cantidad utilizada y si el uso causa un impacto negativo en la obra original.
El detalle importante: si un creativo desea que un juez analice el uso no autorizado de su material por una compañía de IA, deberá presentar una demanda.
Esto puede representar una considerable inversión de tiempo y dinero para creativos que no tienen equipo de trabajo o una estructura sólida para la gestión de sus obras. En comparación con los grandes titulares de derechos que podrían resolver el asunto de una manera menos compleja o con un equipo legal bien pago que afronte cada parte del proceso.
La otra opción: Que los países con un rol importante en el sector adopten nuevas leyes que regulen explícitamente el desarrollo de las IA’s, exigiendo que se obtengan las licencias para el uso de las obras protegidas y se paguen por ellas. De esta manera sería imposible que las compañías de IA aleguen que están cubiertos por el Uso Justo/Fair Use. La pregunta es: ¿Qué posibilidades hay de que esto sea una realidad?
La minería de textos y datos: la fuente inagotable de recursos para la IA
En la Unión Europea existe una excepción a los derechos de autor llamada Text and Data Mining (TDM), que permite extraer información de contenidos digitales de forma automatizada, incluso si están protegidos por copyright/derechos de autor, sin necesidad de autorización previa del titular, bajo ciertas condiciones:
Primero, cuando la minería de datos tiene fines de investigación científica, está permitido solo para entidades como universidades, museos y bibliotecas, siempre y cuando tengan acceso legal a los datos. Para estos fines, los titulares no podrán excluir sus obras de la minería de texto y datos.
Segundo, cuando la minería de datos tiene otros fines, incluyendo los comerciales, para periodistas, compañías de IA, etc, siempre y cuando tengan acceso legal a la información. Sin embargo, a diferencia de la minería con fines de investigación, los titulares de derechos pueden excluir sus obras de la minería de datos para estos fines no científicos.
Si bien las excepciones y limitaciones al derecho de autor no son nuevas, sí lo es el hecho de que el titular tenga la capacidad de excluir sus obras de una excepción. Puede hacerlo con una declaración mediante metadatos, una notificación en su sitio web o cualquier otro medio reconocido por la normativa de la UE.
En Estados Unidos no existe una ley que permita expresamente la minería de datos bajo estas condiciones, pero OpenAi, Google y otras compañías tecnológicas han expresado su interés al actual presidente de USA de que se adopten estrategias que les permita continuar usando sin autorización las obras protegidas por el derecho de autor, sin afrontar las múltiples demandas con las que lidian en los últimos años, se escudan en una narrativa sobre “IA’s democráticas” y una competencia con los desarrollos en IA de China. Mientras eso pasa, sostienen sus argumentos de Uso Justo.
Debido al perfil del presidente actual de dicho país, ese discurso tiene altas probabilidades de lograr su atención, así que más de 400 artistas han presentado sus propios comentarios, solicitando al gobierno actual que no elimine la protección legal de Copyright que ha permitido florecer a Estados Unidos: “No cuando las empresas de IA pueden usar nuestro material protegido por derechos de autor simplemente haciendo lo que exige la ley: negociando licencias apropiadas con los titulares de los derechos de autor, tal como lo hace cualquier otra industria.”
Es bueno recordar que los guionistas y actores de Hollywood lideraron una huelga en el 2023 precisamente para exigir que las grandes compañías del sector audiovisual no adoptaran medidas a favor de la IA que afectaran a los trabajadores de este sector creativo.
Un buen ejemplo de las capacidades de los creativos cuando se unen, son conscientes de sus derechos y comprenden que deben mantener una actitud proactiva en el sector para vigilar que sus derechos sean respetados ante cada novedad.
¡Gracias por leer hasta aquí!
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