Los concursos para artistas pueden ser provechosos si cumplen con una serie de aspectos que deberías conocer para evitar que se aprovechen de tu creatividad
Los concursos son una estrategia muy útil tanto para el participante como para el organizador del evento. Todo depende de la forma en la que se estructure.
Si el concurso está bien organizado, ayudará a que el creativo ganador pueda obtener beneficios que ayuden a impulsar su carrera de distintas formas.
Lastimosamente, algunas personas se aprovechan de los concursos para explotar a los creadores. Solo buscan evitar contratar directamente a un artista o pagar lo justo por el trabajo.
En esos casos, valoran la obra, pero no al creador.
“Crear es una de las habilidades más impresionantes y útiles de los seres humanos, pero muy pocos alcanzan a desarrollar en su máxima expresión. ¿Por qué no valorar el trabajo creativo como se lo merece?”
Por esa razón quiero compartir contigo aquellas características que considero que debería tener en cuenta un creador al momento de decidir si participa o no en un concurso:
- El premio debe generar un beneficio al creativo más allá de ganarle a los demás: Podrá sonar un poco obvio pero ¡Es algo muy común en los concursos!
Hay concursos de todo tipo, pero en esta ocasión nos referimos a aquellos en donde el organizador busca obtener el uso de la obra ganadora.
Cuando se quiera participar en un evento de este estilo, se debe analizar si el premio será un beneficio tangible para el ganador. Algo que por su cuenta no podría conseguir. Un incentivo que empuje de manera positiva su carrera como artista.
Por ejemplo: si una editorial de cómic en Japón abre una convocatoria para publicar un cómic inédito de un autor latinoamericano, el premio será la reproducción de esa historieta y su difusión. En estas circunstancias es un premio interesante, siempre y cuando los derechos sobre el cómic sigan siendo del autor.
Sin embargo, no aceptaría que la difusión de la obra fuese el premio en un concurso que busque la creación de un nuevo logo, imagen o marca para un producto o una compañía. Porque en este caso implicaría la cesión de los derechos sobre la creación. Quiere decir, que el organizador del evento ganaría la capacidad de explotar económicamente la obra, sin que el creador reciba algún beneficio a cambio.
2. Ese premio debe ser equivalente a la obra y su utilización: Si estos concursos tienen el objetivo de obtener una creación que les sirva para comercializar un producto durante mucho tiempo, lo más lógico y justo es que el premio recompense el arduo esfuerzo del ganador como se lo merece.
¿Haces un logo para un producto y te ganas una cajita de colores? Ridículo. La cajita de colores se te puede acabar en un mes mientras el uso de tu creación se hará durante años.
Así como el organizador obtiene un beneficio real, útil y necesario del concurso, el creativo también se lo merece. Contar con una bonificación económica, una beca para estudiar en otro país o cualquier otro premio de ese estilo se vale.
3. Si tu obra no gana, que no se queden con los derechos sobre ella: Finalmente, ¿Para qué van a quedarse con los derechos de comercialización de una obra que no ganó un concurso? Estarían negándote la oportunidad de reutilizar tu material en alguna otra cosa y ellos se quedarían con la posibilidad de hacer uso de la obra sin haberte pagado por ello. Simplemente, no.
Para terminar: estas son las características que yo considero definitivas para tomar la decisión de participar en un concurso, teniendo en cuenta los derechos de autor. Aún así, puede ser que para ti no sea igual. Cada quien sabe hasta qué punto está dispuesto a renunciar a algunas cosas. Eso sí, cada decisión tiene un resultado y hay que estar consciente de eso antes de elegir participar en un concurso.
Crear es una de las habilidades más impresionantes y útiles de los seres humanos pero muy pocos alcanzan a desarrollar en su máxima expresión. Así que, ¿Por qué no valorar el trabajo creativo como se lo merece? Ese valor comienza desde los mismos creativos, haciendo respetar todo el tiempo, dinero, talento y esfuerzo que le invierten a convertir su pasión en su profesión.